El 12 de marzo, después de terminar la clase de Semiología, varios estudiantes del tercer semestre de periodismo de la Universidad de San Carlos, que se vieron afectados por la desintegración de sus grupos de trabajo, a causa de la irregularidad que provocó el cambio de pensum el año pasado, decidieron unirse para simplificarse el trabajo. En medio de una confusión que se prolongó por varios minutos, un grupo formado por dos personas; un hombre y una mujer respectivamente, y otro formado en su totalidad por mujeres, entablaron una conversación para ponerse de acuerdo en cuanto a la formación del nuevo grupo.
Coincidieron en que lo mejor seria unirse, e iniciaron un dialogo caracterizado por ceños fruncidos, miradas tensas y respuestas cortas. Hablaron sobre el próximo trabajo y la forma de hacerlo, aunque no terminaban en coincidir en la forma. Surgieron algunas ideas pero se veían gestos de desinterés más que de aprobación., pero a medida que la conversación se hizo mas fluida, pronto hubo un punto de vista en común: “nuestro trabajo será, esto… nuestra conversación”.
Mientras terminaban de pedirse datos como el número de teléfono o el correo electrónico; con un gesto de fingido interés, alguien fotografió al grupo (nadie dijo por qué), y repartieron las tareas impresas en una hoja media carta que todos tenían en la mano. Luego se dispersaron agitando la mano, diciendo algo que no se escuchaba muy bien. Así fue como nació un nuevo grupo de trabajo en el edificio M2.
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