Por William García Velásquez.
Carné: 201016883
Desde que la semiología tomó protagonismo dentro de las disciplinas científicas, se ha convertido en una ciencia casi indispensable para entender e interpretar el mundo y sus fenómenos. A todo cuanto existe puede asignársele un significado valiéndonos de una serie de leyes que se originaron precisamente para crear un vínculo entre una infinidad de elementos que encontramos en todos lados llamados signos y lo que éstos manifiestan en determinado espacio geográfico, social o cultural. La exposición de estos signos tiene como fin primordial comunicar cierta ideología a determinado sector social. Todo esto para establecer una comunicación que no limite su expresión por la falta del lenguaje verbal y encuentre otras salidas para llegar a muchos lugares a través de la convención de signos. Es evidente que ésta convención necesita un proceso de asimilación y éstos van a estar condicionados por la intencionalidad que los creadores le asignen. Sería muy difícil desligar a la semiología de la comunicación actual pues representa las extremidades con la que ésta se ha abierto pasó en disciplinas como la publicidad; tan importante en nuestra modernidad. Además ha venido a nutrir la capacidad expresiva de los medios de comunicación social, para hacer de sus métodos más flexibles y entretenidos.
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